Estos días estamos hablando mucho de hoteles. Vimos hace muy poco el caso de unos eco-hoteles en la costa mexicana. También dimos una guía práctica para empresas que se dedican al turismo y desean inscribirse en lo que se da en llamar turismo sostenible.
Nos vamos hoy de viaje a las bellas Islas Canarias para comentar el caso de Judoca Colors Express y las villas Macaro.
Macaro son dos villas privadas con piscina y demás servicios de lujo. Judoca es un complejo de pequeños y modernos apartamentos, decorados siguiendo los dictados de la cromoterapia y donde el cliente “arma” su estadía y los servicios que requiere. No se incluyen servicios adicionales.
Y allí radica una de las bases del turismo sostenible. Los beneficios de nuestra “compra de servicios” redunda directamente en quien los presta y en su sociedad. El transportista que me lleva desde el aeropuerto al hotel, en hotelero de Canarias que hizo su inversión para darme alojamiento. El que lo provee a él de pan, luz, fruta, café, lavandería. Sus empleados directos y la comunidad en la que viven.
Lejos del concepto de grandes paquetes que dejan una pequeña porción en el lugar que visitamos y se llevan la parte del león a otro lado.
Esto lo vimos también cuando trajimos el video de aquel hotel verde americano que no explicaba estos conceptos en la práctica: hasta los muebles de su decoración habían sido hechos dentro de su misma comunidad, evitando así, entre otras cosas, sobrecostos de transporte y sus consecuentes emisiones de CO2 y reportando ganancias y desarrollo a dicha comunidad.
Hablando de emisiones... Estos establecimientos en Playa del Inglés, isla de Gran Canaria, se hacen responsables de sus emisiones donando un porcentaje de sus operaciones a proyectos medioambientales, sociales o culturales de acuerdo a la elección del pasajero que reserve allí. Y ésta es una forma directa de involucrar tanto a la empresa como a los clientes.
Aplaudo la iniciativa. Si alguien estuvo allí, nos interesaría que nos contara su experiencia.
Fuente: eldiariodelviajero